La educación es fundamental, es lo que más influye en el desarrollo de las personas, de las familias, de la sociedad. Sin lugar a dudas, una familia de escasos recursos que consigue acceso a la educación para uno de sus integrantes y que este logre graduarse, aumenta sus posibilidades de salir de la extrema pobreza y abre su horizonte.
En todas sus modalidades, el Estado debe promover la educación y brindar herramientas para que los jóvenes no tengan excusas, justificadas o injustificadas, para desarrollar su formación académica. La capacitación del profesorado, los enseres escolares, la infraestructura digital, etc.
No es posible que la falta de infraestructura, ya sea física o tecnológica, se convierta en una talanquera para los gobiernos. Si no hay conectividad, hay que buscar la manera de llevar internet a esos territorios; si no hay equipos o herramientas, hay que hallar convenios que apoyen a los estudiantes y a los centros educativos; si no hay capacidades pedagógicas en educación digital o virtual por parte de los docentes, hay que capacitarlos; si los estudiantes y sus familias se muestran reacios al tema, hay que iniciar campañas de cultura digital.
El Estado se debe motivar con los obstáculos y transformarlos en retos, de ninguna manera puede convertirse en impedimento.
La educación es una herramienta de transformación social y un proveedor de oportunidades para la ciudadanía, es el verdadero desarrollo de una sociedad. Un territorio que pretenda evolucionar no
puede permitir que las tasas de deserción incrementen ni se antengan, es prioridad fortalecer la relación escuela-familia, es muy importante para detectar factores de desescolarización.
El papel de las entidades gubernamentales es más pedagógico y académico que correctivo y penalizador, debemos trabajar por desarrollar el imaginario de la población, para formar ciudadanos
que tomen decisiones y caminos de bien, en esto radica la priorización de los recursos. A los maestros hay que actualizarlos, a los padres hay que concientizarlos, a los jóvenes hay que formarlos y enfocarlos, a los niños hay que motivarlos y, sí, a los presos hay que educarlos para
resocializarlos.
Es importante que la educación en el departamento y el país no se centre solo en los estudiantes. Recordemos que la academia es tan solo una parte de la educación, los padres de familia deben ser aliados en el proceso educativo en la vigilancia, el control, el cuidado y la motivación. El trabajo debe ser cooperativo para que la formación de casa y de escuela no vayan en contravía.
¡Ojo!, pregunta y autocrítica muy importante, ¿estamos educando para el futuro de los jóvenes o para nuestro pasado? Todo en la sociedad evoluciona: los medios de transporte, la manera de comunicarnos, el entretenimiento, el comercio, entre otros, ¿por qué nuestro modelo de educación es el mismo desde hace muchos años?
Ahora, considero que debemos hacer una segunda reflexión, ¿la educación superior de nuestro departamento forma a nuestros jóvenes para el desarrollo de sus vocaciones particulares?, ¿estamos aprovechando nuestros recursos autóctonos para desarrollar económica y socialmentenuestras regiones y sus territorios?, ¿en qué realmente se centra nuestro modelo educativo o qué objetivo pretende cumplir?
Son interrogantes que, seguramente, se plantearía cualquier persona que se preocupe por la educación y por el desarrollo personal de los jóvenes y el impacto que esto genera dentro de la sociedad. Sin embargo, debo resaltar y aclarar que lo anterior no es un ataque a nuestros maestros, sino una crítica constructiva a aquellos que tomamos decisiones relacionadas con la educación en nuestro terruño.
Verónica Arango, Diputada del departamento de Antioquia, adquirió un compromiso con sus electores y con la ciudadanía antioqueña en general frente a la lucha por la educación sin barreras, pertinente y de buena calidad. Por ello, antes, durante y después de la construcción del Plan de Desarrollo velaré por la evolución del modelo educativo antioqueño y la oportunidad que le brinda a nuestros jóvenes en la consecución de sus anhelos académicos, profesionales y, en consecuencia, personales y familiares.